Es un hecho que la divulgación científica ha experimentado un auge sin precedentes en estos últimos años. La aparición de internet ha hecho explotar un campo que, hasta entonces, no recibía especial atención por parte ni de la ciudadanía ni de los propios científicos.
Prensa, vídeos, documentales, podcast, ferias y eventos, son algunas de las formas de comunicar ciencia que a día de hoy podemos encontrar. Sin duda, este auge ha puesto de manifiesto una cosa muy importante: existe un grupo muy amplio de gente que disfruta con la ciencia, ¡y esto es fantástico!
Museo de Ciencia (MUNCYT) de Alcobendas, Madrid.
Sin embargo, el “hueco” existente entre la ciencia y la ciudadanía sigue siendo, en muchos casos, demasiado grande. Dejando a un lado algunas charlas/eventos cuya duración no suele exceder las dos horas, el resto de ejemplos de comunicación científica que poníamos adolecen de un contacto directo entre el científico/a y la gente. No queremos desde aquí quitar un ápice de importancia a la infinidad de maravillosos vídeos, podcast, documentales y escritos que circulan por la red, pero es cierto que la ciencia tiene un calado que a veces resulta complicado de abordar de esta forma.
Cualquiera que haya divulgado ciencia sabe la importancia que tiene el contacto directo, personal, cara a cara con el público. No sólo para responder a sus preguntas al instante, contagiar la fascinación y entusiasmo mucho mejor, si no además porque permite evaluar en cada instante si se está siguiendo la argumentación que se propone. Es por esto que creemos que una nueva forma de divulgación científica es posible.
Una sociedad avanzada es aquella que, entre otras cosas, valora la ciencia. Para ello hay que entenderla, y a veces por supuesto resulta complicado, especialmente aquella relacionada con la investigación fundamental (la que no tiene una aplicación tecnológica directa). Sin embargo, debería ser un deber dotar a la sociedad de las herramientas necesarias para esta tarea.
Imagen de una clase de Biología en La Academia.
Existe un proverbio chino que dice: “Quien hace una pregunta es ignorante cinco minutos; quien no la hace será siempre ignorante.”, y es que dar la oportunidad de preguntar es fundamental en cualquier aprendizaje. A día de hoy parece que se le da poca importancia a la comunicación científica bidireccional, es decir, aquella en la que el público es parte involucrada muy activamente en el aprendizaje a través de preguntas, e incluso opiniones.
Por esta razón crear cursos de ciencia para todos los públicos supone un cambio de paradigma en la divulgación científica. Al fin y al cabo, ¿quién no ha ido, o conoce al alguien que lo haga, a cursos de baile, pintura, etc…solo por el placer de aprender? ¿por qué actualmente esto no existe en el ámbito de la ciencia? Hay que dar un paso en este sentido, porque crear cursos presenciales por el placer de aprender pone de manifiesto varias cosas.
El hecho de asistir regularmente a un curso disminuye la “distancia” que existe entre el ponente y el público. Obviamente, la confianza de los asistentes aumenta en muy poco tiempo (dos o tres clases) y esto genera varios puntos diferenciales. Las preguntas, esto que decíamos que es tan importante, pasa a ser un elemento presente en todo momento, el público con confianza pasa a hacer preguntas de forma natural. Todo esto hace que la curiosidad y fascinación entre los asistentes se dispare, ¡y esto es un algo muy importante en ciencia!
Además, un curso permite parar, y explicar más en detalle, todo lo que se quiera o haga falta. El ponente no tiene una limitación de tiempo (dispone de todo un curso), no hay prisas, y cualquiera que haya aprendido ciencia sabe de la importancia de fijar los conocimientos bien. Se pueden poner diferentes ejemplos, o analogías, en función de si los asistentes están entendiendo bien o no lo que se está diciendo. Las ventajas de este tipo de divulgación son innumerables.
Por eso en La Academia nos hemos lanzado a crear este nuevo paradigma, un modelo de divulgación científica basada en cursos, con clases semanales. A pesar de que este proyecto cuenta con 4 meses de vida, nuestra experiencia en torno a los cursos de ciencia es tremendamente satisfactoria. A día de hoy en los cursos que ofertamos, Física y Biología, contamos con gente de edades muy diversas (desde los 16 años del más joven, hasta los 79 de la más mayor) y perfiles educativos también muy diferentes pero todos con un creciente ánimo de aprender ciencia. ¡Si te gusta la ciencia por fin tienes un lugar donde disfrutar aprendiendo!
Por último, pero no menos importante, nuestro proyecto intenta aportar una visión más completa, y compleja, de los diferentes temas científicos que se abordan mediante un dialogo con otras disciplinas.
La divulgación actual hace mucho uso de la información visual para allanar el camino hacía el aprendizaje. Lógicamente, una persona que está aprendiendo qué es un agujero negro agradecerá poder tener imágenes que le ayuden a fijar y recordar lo que está escuchando.
Clase de física sobre la estructura del espacio-tiempo en Relatividad General con el dibujo como vehículo hacía el aprendizaje.
En La Academia tratamos de usar esa misma técnica pero con otras disciplinas artísticas como vehículo hacia la emoción de aprender (aunque por supuesto también usamos vídeos o imágenes en las diapositivas). Por ejemplo, en una clase de física que aborde la estructura del espacio-tiempo, se podrá hacer uso del dibujo. El asistente será guiado por un proceso en el cual, él o ella tratará de entender los conceptos dibujándolos. Con emociones se potencia la facilidad de aprender cualquier concepto.
No solo esto. Además en La Academia integramos la ciencia en las disciplinas artísticas, porque para el público que asiste a los cursos de arte también es importante entender conceptos que trata la ciencia. Así, por ejemplo, la anatomía del cuerpo humano juega un papel importantísimo en todas las disciplinas, desde la danza hasta la música, pasando por el teatro, el canto o la pintura. Y que decir de la física, el color, los sentidos, los sonidos, etc…con unas pinceladas de física todos estos conceptos adquieren una profundidad que potencia mucho el aprendizaje.
Una clase de anatomía de la Danza. Los alumnos de Danza y Biología se nutren de un punto de vista complementario.
Así pues nuestro concepto de divulgación no se limita únicamente a los cursos de física y biología, si no que además traspasa barreras disciplinares para aportar visiones complementarias a los asistentes a los cursos de corte artístico. En La Academia queremos poner a disposición de todo los públicos esa cultura científica tan necesaria en nuestra sociedad.